La comunidad planetaria está viviendo momentos muy duros y es especialmente en estos momentos de grandes adversidades en que deben aflorar nuestras mejores competencias y valores como individuos para que el conjunto se vea beneficiado y este mayor valor comunitario nos vuelva a llegar como a individuos.

La «sostenibilidad» y fortaleza de nuestra comunidad precisa del engranaje de todas sus patas de la misma manera que una silla, para aguantar con firmeza, necesita del correcto funcionamiento de la totalidad de sus patas.

Nuestra «sostenibilidad» no puede depender únicamente de la pata económica y para que sea robusta y funcione a largo plazo, es necesario también que pivote junto con las patas ambiental y social con ponderaciones equilibradas. En las últimas décadas, la sostenibilidad se ha apoyado con especial ponderación en la pata económica, así como en el corto plazo y la actual crisis ha puesto de manifiesto que las vertientes sociales y medioambientales han tenido poco protagonismo así como tampoco ha tenido protagonismo la visión medio / largo placista en nuestra toma de decisiones.

 

Sin entrar en el porqué ha llegado a nuestras vidas este «virus» y las consecuentes crisis que con él han llegado, puede resultarnos un ejercicio más constructivo el plantearnos el para qué ha llegado.

El Covid-19 ha obligado a la totalidad de países del mundo a detenerse, a frenar nuestra hiperactividad. Esto ha tenido un impacto favorable en el medio ambiente debido a la reducción de la actividad industrial y la disminución del transporte y los vehículos por las calles. Ciudades como Barcelona y Madrid registraron mínimos históricos de emisiones de dióxido de carbono con disminuciones un 75% inferiores a las habituales. Coincidiendo con nuestro confinamiento en los hogares mucha fauna silvestre, sintiéndose menos amenazada, ha salido y ha podido explorar nuevos territorios e incluso han hecho aparición especies que hacía más de 30 años se daban por extinguidas.

En la esfera social hay que tener presente la frase de uno de los padres de la economía moderna como Adam Smith al indicar que «ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz si la mayor parte de sus miembros es pobre y miserable». Estos días se ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de un elevado número de colectivos de personas, las asimetrías entre sectores económicos por lo que se refiere a la dotación de recursos…un nivel de desigualdad elevado no es compatible con una sociedad próspera y es necesario introducir mecanismos y herramientas para garantizar la dignidad de todos los integrantes de la comunidad, así como un reparto equilibrado de recursos entre sectores económicos.

 En este ejercicio del para qué, es el momento de aportar soluciones equilibradas a la comunidad que tengan en cuenta junto a la pata económica, las patas social y medio ambiental para que nos podamos sentar con comodidad. Hay y es necesario que estas soluciones equilibradas tengan un enfoque también a medio / largo plazo para que podamos disfrutar, nosotros y las próximas generaciones, de sentarse cómodamente en este «nuevo sistema» durante un período prolongado de tiempo.